En una línea semejante, Georges Dreyfus habla de un "mindfulness evaluativo", y afirma que "la comprensión del mindfulness/sati como conciencia no enjuiciadora y centrada en el presente es problemática porque refleja solo algunas de las maneras en las que este término original es utilizado" ("¿Es el mindfulness una práctica no enjuiciadora centrada en el presente? Una discusión sobre la dimensión cognitiva del mindfulness", en Kabat-Zinn y Williams (2017), pp. 90-91). El autor apunta, de esta manera, a lo que sería una interesante diferencia entre la construcción actual y la noción budista clásica del mindfulness.
Quizás podamos entender mejor la combinación entre la actitud no-juzgadora y el fondo evaluativo y ético sobre el que se despliega el mindfulness viendo cómo se ve reflejada en el siguiente texto de Thich Nhat Hanh (que cito también, aunque no completo, en la entrada sobre La Actitud No-Juzgadora). En primer lugar, encontramos la indicación de practicar con una actitud no-juzgadora: "While practicing mindfulness, don´t be dominated by the distinction between good and evil, thus creating a battle within yourself". Y a continuación añade: "Whenever a wholesome thought arises, acknowledge it: "A wholesome thought has just arisen". And if an unwholesome thought arises, acknowledge it as well: "An unwholesome thought has just arisen". Don´t dwell on it or try to get rid of it, however much you don´t like it" ( The Miracle of Mindfulness, p. 39). Obviamente, la distinción "wholesome/unwholesome" es evaluativa e implica un juicio, sin embargo, no juzgamos la aparición de tales pensamientos, ni reaccionamos a favor o en contra, sino que cultivamos la mente observadora, la conciencia ecuánime. Como dice el propio Thich Nhat Hanh, "To acknowledge it is enough" (ibid).
En la vida cotidiana nuestro cerebro no puede dejar de juzgar, pero podemos modular esta tendencia. Podemos reducirla y flexibilizarla. Podemos intentar ser conscientes de nuestros prejuicios, podemos cultivar una actitud más abierta y más paciente. Podemos intentar limpiar nuestra mirada, tratando de ver lo que realmente ocurre en el momento en el que ocurre, recordando que cada experiencia es única o ejercitando la "mente de principiante". Podemos recordar aquel discurso de Buda en el que habla de cómo distintas personas percibían solo una parte de un elefante e interpretaban esa parte como un todo. Podemos contemplar esos juicios sin apegarnos dogmáticamente a ellos. Podemos darnos cuenta de la conexión que hay entre nuestra actitud juzgadora y nuestra identificanción con un "yo" rígido y pesado. Podemos ser conscientes de los efectos beneficiosos de un "yo" y un "mi" más ligeros. Y, finalmente, podemos sustituir el auto-juicio (el crítico interior) por la autoconciencia amable y cercana -autocompasión, en el sentido que propone el programa Mindful Self Compassion- (que no es ni autocomplacencia ni ignorancia).
Como señala Rupert Gethin en el artículo citado, una mala interpretación de la actitud no juzgadora en mindfulness puede llevar a pensar que se trata de un fin en sí mismo y que todos los estados mentales son, de alguna manera, de igual valor. Sin embargo, desde una perspectiva budista, como la representada por Nyanaponika, lo que es problemático no es el juzgar en sí, sino nuestros juicios y nuestras opiniones habituales. Desde esta perspectiva, el ser no-juzgador, o una actitud no-juzgadora, implica crear espacio para una perspectiva diferente sobre cómo son las cosas (p. 273). El autor sugiere que la actitud no-juzgadora, tal y como aparece en la caracterización del mindfulness en MBSR y MBCT, no debe tomarse literalmente, sino que posiblemente responde a la intención de evitar tanto el rechazo como el apego en un sentido que converge con un enfoque práctico compartido por distintas tradiciones budistas. Partiendo de que, desde el punto de vista budista, el objetivo es librarnos de la codicia, del odio y de engaño, mediante la actitud no juzgadora se trataría de evitar tanto el odio y el enfado con respecto a nuestra propia codicia, nuestro odio o nuestro engaño, cuando aparecen, como la reacción opuesta, es decir, la complacencia y el apego con respecto a nuestro propio desapego, nuestra amabilidad o nuestra sabiduría cuando surgen (p. 274).
El propio Kabat-Zinn realiza una puntualización que contribuye a aclarar esta cuestión: "No enjuiciar no pretende implicar para el principiante que hay un estado ideal en el cual los juicios dejan de aparecer. Por el contrario, señala que puede haber muchos juicios y muchas opiniones que surjan momento a momento, pero que no tenemos que juzgarlos o evaluarlos o reaccionar frente a ellos, excepto quizás, reconociéndolos en el momento en el que surgen, como placenteros, desagradables o neutrales* (la segunda base o establecimiento del mindfulness)" (Algunas reflexiones sobre los orígenes del MBSR, los medios hábiles y el problema de los mapas. En Kabat-Zinn y Williams (Ed.), Mindfulness. Su origen, significado y aplicaciones ,p. 563).
*Desde este punto de vista, el reconocer un juicio o una opinión como placentera, desagradable o neutral no sería juzgarla.
[Ver también la entrada sobre La Acitud No Juzgadora]