Alfredo Martinez Sanchez

©Alfredo Martinez Sanchez (2017-2023)

miércoles, 24 de enero de 2018

El poder curativo de la naturaleza

  • Charla de Marc Berman sobre:

The Restorative Benefits of Interacting with Nature





martes, 16 de enero de 2018

Cómo alimentamos nuestra mente

Mediante la atención gestionamos lo que damos a nuestra mente (o a nuestro espíritu), es decir, la atención determina, en gran medida, cómo nutrimos nuestra mente. Podemos seleccionar con qué la alimentamos o con qué la envenenamos, o bien dejar que la atención sea únicamente presa de los estímulos externos, muchos de ellos construidos con ese objetivo: llamar o atraer nuestra atención para así "vendernos" algo (tanto en sentido literal como figurado).

¿Qué ofrecemos a nuestra mente? ¿Qué miramos? ¿Qué escuchamos? ¿Qué tipo de palabras y de discurso -verbal o no verbal- permitimos que llegue a nuestra mente? 

También, podemos seleccionar determinadas actividades, distinguiendo, entre aquellas que nos nutren y aquellas que nos empobrecen de alguna manera o cuyas propiedades no son las que deseamos "ingerir".

Otra manera de enfocar este tema se refleja en la pregunta ¿De qué modo regamos las semillas que hay en nuestro interior y qué semillas regamos?  (v., el capítulo 9 de Plantando Semillas de Thich Nanh Hanh y la comunidad Plum Village).

NOTA: La expresión "espíritu", tal y como aquí la utilizo, no implica ningún compromiso ontológico o religioso.

-Sobre el tema de esta entrada es intersante considerar la noción de sesgo atencional (v., por ejemplo, The modification of attentional bias to emotional information: A review of the techniques, mechanisms, and relevance to emotional disorders).

¿Qué hacemos con los pensamientos?

Durante la meditación no tratamos de dejar de pensar o de suprimir los pensamientos. Que surjan pensamientos es parte de la meditación. En la meditación notamos que esos pensamientos han aparecido y llevamos la atención a la respiración (o al objeto elegido) una y otra vez, con paciencia y amabilidad. Lo que sí ocurre es que el pensamiento, y la mente en general, tienden a calmarse al focalizar en la respiración (o en otros objetos apropiados). Frecuentemente, cuando comenzamos a tomar conciencia de nuestra vida mental lo primero que notamos no es precisamente calma, sino que nos damos cuenta del torbellino de la mente, de la fuerza o de la magnitud de ese torrente de pensamientos, imágenes, y sensaciones. Normalmente, no se debe a que la meditación haya provocado ese torbellino o haya incrementado la fuerza o el caudal de de ese torrente de pensamientos y emociones, lo que ocurre es que estamos tomando conciencia, dándonos cuenta, de algo que ya estaba ahí pero que nos pasaba, en mayor o menor medida, desapercibido al no prestrarle (suficiente) atención.
Cuanto practicamos la unión de la mente y el cuerpo, de la vida y la conciencia, a través de la respiración, ejercitamos la capacidad de soltar el pensamiento, pero también podemos dejar que el pensamiento surja y fluya libremente, ejercitando la capacidad de observar el pensamiento, así como cualquier contenido de la conciencia [Cf. samatha/vipassana].


OBSERVAR LOS PENSAMIENTOS


De manera automática nos identificamos con nuestros pensamientos: “Nuestros pensamientos son lo que NOSOTROS pensamos”. Lo que pensamos sobre un acontecimiento, o sobre una persona, sobre nosotros mismos, o sobre el mundo en general. Y estamos dispuesto a definirnos por nuestros pensamientos, a definir nuestras relaciones con los demás y con el mundo por nuestros pensamientos, e incluso a discutir o a pepear por nuestros pensamientos. A veces, tenemos incluso la tendencia a imponerlos, a imponerlos a la realidad o imponerlos a los demás para que piensen como nosotros. En este sentido, suelo decir que “tener razón está sobrevalorado”, sobre todo cuando “tener razón” tiene más que ver con el “ego” y con alguna forma de poder que con la búsqueda del bien y de la verdad.
                                                              
Pero nuestros pensamientos son solo pensamientos. Es decir, acontecimientos mentales que pueden depender de una multitud de factores, que no tienen porqué reflejar adecuadamente la realidad, y que tampoco tienen porqué definir lo que somos, como si intentáramos pasar por un embudo demasiado estrecho. Yo no soy mis pensamientos. Ni los niego ni los rechazo, pero no me identifico con ellos. Los observo, para aprender y conocer el funcionamiento de mi mente, los observo con ecuanimidad compasiva (aceptación). A veces, los suelto, o simplemente dejo que pasen por el espacio de mi conciencia. Sé -soy consciente de- que observo “mis” pensamientos (o más bien “los” pensamientos, porque permito que el “mi” se afloje y se abra).

Considerar los pensamientos como meros eventos mentales implica tomar cierta distancia con respecto a ellos, incluso a veces no tomarlos en serio, pero no significa que los pensamientos pierdan por completo su capacidad de resultar útiles para resolver problemas. Por el contrario, es una vía para aprender a usar esta capacidad de los pensamientos de una manera más eficiente.

PROCESO VS. CONTENIDO

Harvey B. Aronson plantea la cuestión del siguiente modo: ¿Perseguimos los objetivos de desarrollar la concentración y comprender los procesos de nuestra mente o bien buscamos los detalles del contenido de nuestra experiencia? Según este autor, la primera opción sería la que corresponde a las instrucciones budistas tradicionales, mientras que la segunda estaría más en consonancia con nuestro valor cultural (occidental) de conocerse a sí mismo (Buddhist Practice on Western Ground, p. 45).
Tras un informado análisis, el autor concluye que ambas aproximaciones pueden ser útiles, sin embargo, recomienda decidir cuál de ellas vamos a utilizar antes de "sentarnos" (hablamos de meditación formal en este caso) y tratar de mantenerla en la medida de lo posible. 

En mi opinión, es preferible desarrollar en primer lugar la capacidad de observar los procesos, así como las técnicas de desidentificación, y, posteriormente, introducir la opción de los contenidos. 


LOS PENSAMIENTOS COMO SÍNTOMAS 

En MBCT se propone considerar los pensamientos automáticos/negativos como síntomas de la depresión. Desde una perspectiva más amplia ("pensamientos comunes que nos asaltan cuando nos sentimos alterados, estresados, infelices o agotados"), Mark Williams escribe:

"Tomar conciencia de que esos pensamientos son síntomas de estrés y agotamiento, no hechos ciertos, te permite tomar distancia. Y de este modo dispones del espacio necesario para decidir si te los tomas en serio o no" (Mindfulness, p. 138).

Cada Experiencia es Única

Nuestras proyecciones y expectativas modean el momento (a su vez, esas proyecciones y expectativas han sido moldeadas por momentos anteriores). No podemos poner nuestra mente a cero, pero podemos practicar el acercamiento a "este" momento con la comprensión de que cada experiencia es única. Al meditar podemos limpiar la mirada con cada respiración. Y en la vida cotidiana, cada vez que intentamos mirar de esta manera es como un nuevo comienzo, una nueva oportunidad.

Esta comprensión favorece la "mente de principiante" y es favorecida por ésta. También, facilita la conciencia frente al automatismo y al "dar por descontado".