RESEÑA-RESUMEN DE ALGUNOS CAPÍTIULOS
LA MEDITACIÓN NO ES LO
QUE CREEMOS
En primer lugar, el autor
afirma que la meditación (no especifica si se refiere a mindfulness o a la
meditación en general) debe ser concebida en términos de "modo de ser" más que
como una técnica o un conjunto de técnicas. Esto no significa que no haya
métodos y técnicas asociados con la práctica de la meditación, pero solamente
son vehículos (en otros lugares el autor las llama andamios o apoyos).
En
segundo lugar, la meditación no es relajación, “no es otro modo de hablar de la
relajación (p. 58 –todas las referencias son de la edición en inglés Coming to our Senses 2005, reimpresión
2013). Aunque frecuentemente la meditación va acompañada de estados de
relajación, la meditación mindfulness consiste en: “abrazar todos y cada uno de
los estados que emergen en nuestra conciencia, sin inclinarnos por uno en
detrimento de los demás” (p. 59). Esto es importante con respecto a la cuestión
de la relajación ya que los estados que no vayan acompañados de relajación no
indican que nuestra práctica meditativa no esté funcionando o no sea correcta.
El dolor, la angustia, el aburrimiento, la impaciencia, la frustración, la
ansiedad o la tensión en el cuerpo, todos son objetos igualmente válidos de
nuestra práctica, todos proporcionan una oportunidad para la comprensión (insight) y para el aprendizaje (y
también, según Kabat-Zinn, para la “liberación”, p. 59) (“Todos los estados
mentales y corporales […] son verdaderas ocasiones para conocernos mejor a
nosotros mismos”, p. 62) En la medida en que todas esas experiencias o todos
esos estados son contenidos de la conciencia les es aplicable la idea de que lo
importante no es el contenido de la experiencia, sino cómo nos relacionamos con
ella. Esa relación se define por lo que podríamos llamar la “conciencia
aceptante” (esta expresión tal cual no es usada por el autor, pero pretende
reflejar su pensamiento) del momento presente en toda su riqueza.
En
este sentido, nuestros deseos y nuestras expectativas con respecto a la
meditación pueden convertirse en obstáculos o desviarnos de la misma, en tanto
que funcionen como resistencias o filtros con respecto a lo que en la
meditación está ocurriendo, tal y como está ocurriendo, en el momento presente
(de alguna manera, abandonamos –el apego– a nuestros deseos y expectativas para
“descansar en el experiencia desnuda del momento presente”, p. 62). Los deseos,
los objetivos, y las expectativas pueden ser tratados simplemente como otro
contenido de conciencia, como otro pensamiento más.
[La noción de “mente original, intacta, y no condicionada” resulta filosóficamente
bastante discutible: v., p. 62].
Personalmente, subrayaría esta visión antropológica que Kabat Zinn refleja en muchos de
sus textos: “Uno es mucho más que la suma de sus pensamientos, ideas y
opiniones, incluido lo que digan sus pensamientos acerca de quién es, de lo que es en el mundo y de las historias y explicaciones que ahora mismo nos
contemos al respecto” (p. 62).
Es
posible detectar una potencial fuente de confusión en el uso del término
“meditación” en la p. 60. Por una parte, el autor afirma que es un error creer
que la meditación es una herramienta para controlar o tener determinados
pensamientos. Pero añade que, efectivamente, “hay formas concretas de
meditación discursiva que apuntan al cultivo de cualidades concretas (como la
bondad y la ecuanimidad) y de emociones positivas (como la alegría y la
compasión)”. Posiblemente, lo que llama meditación sin más sea la meditación
mindfulness (¿o quizás está hablando de la meditación en general, siendo las
formas concretas que cita excepciones o anomalías? No queda muy claro).
Actualmente, mucha gente usa el término mindfulness en un sentido que incluye
ese tipo de prácticas o “formas concretas de meditación discursiva”, de hecho,
el programa MBSR ya ha empezado a incluir meditaciones del tipo “loving
kindness”, que también aparece al final del capítulo que revisamos a
continuación (v., p. 271), como forma de cerrar el paseo meditativo.
EL PASEO MEDITATIVO
La
primera característica de este paseo, de este caminar, es precisamente que
consiste en una meditación. En el paseo meditativo cultivamos la misma actitud
que en la meditación sedente. Mantenemos la conciencia no juzgadora, y cuando
nos damos cuenta de que nuestra mente se ha ido o de que está vagando volvemos
a traer amablemente la atención a nuestro objeto de meditación. Que no solo es
el cuerpo en movimiento sino el funcionamiento de la propia mente.
La
segunda característica es que no vamos a ninguna parte. No es un caminar
utilitario o funcional. Por este motivo nos movemos en un recorrido reducido,
de 10 o 12 pasos, por ejemplo. Y lo hacemos lentamente para facilitar la
conciencia de las sensaciones y de la experiencia en su conjunto.
Comenzamos
poniéndonos de pie y tomando contacto con nuestro cuerpo, permaneciendo
inmóviles por un momento. Luego, justo antes de iniciar el primer movimiento
tratamos de percibir el impulso inicial. Antes de que el pie se levante del
suelo ya está ocurriendo algo.
Al
principio, podemos mantener la atención preferentemente en el movimiento de las
piernas y en los distintos contactos de los pies sobre el suelo, más adelante
podemos llevar la atención también a la respiración y a otras sensaciones
corporales, al movimiento de los brazos, a la oscilación del cuerpo, quizás al
tacto de la brisa o del sol sobre la piel. Finalmente, podemos prestar también
atención a nuestra mente, observando los pensamientos o las emociones que
surgen mientras caminamos.
Con la práctica podemos ir adaptando estas orientaciones y experimentando con diferentes modos de caminar y de mantener la atención (el propio texto sugiere, por ejemplo, coordinar el movimiento con la respiración).
Con la práctica podemos ir adaptando estas orientaciones y experimentando con diferentes modos de caminar y de mantener la atención (el propio texto sugiere, por ejemplo, coordinar el movimiento con la respiración).