Alfredo Martinez Sanchez

©Alfredo Martinez Sanchez (2017-2023)

martes, 10 de agosto de 2021

ABURRIMIENTO

 

 

Una de las primeras y más comunes reacciones al comenzar a meditar es el aburrimiento. Podríamos decir que el aburrimiento es una sensación, una emoción y un pensamiento, por tanto, podemos considerarlo, para empezar, como lo que es, un mero evento mental como cualquier otro. En muchas ocasiones es, sobre todo, solo un pensamiento.

 El aburrimiento es uno de los “problemas” que de manera natural pueden surgir al practicar la meditación, aplicando la misma actitud propia del mindfulness podemos relacionarnos con estas dificultades de una manera diferente: viéndolos como oportunidades para la práctica. De hecho, una de las características esenciales del mindfulness, tal y como se entiende generalmente en la actualidad, radica en cómo nos relacionamos con nuestros pensamientos y nuestras emociones (nuestra experiencia interna), especialmente cuando son difíciles o desagradables. En este contexto, el aburrimiento forma parte de las experiencias que normalmente queremos evitar, pero en mindfulness el objetivo no consiste en desembarazarnos de las dificultades, sino de relacionarnos con ellas de una manera diferente, dirigiendo hacia ellas la conciencia, una determinada forma de conciencia (aunque algunos la califican de conciencia natural o simple conciencia), una conciencia deliberadamente atenta, abierta, no juzgadora, y centrada en el momento presente. El cultivo de esta forma de conciencia es precisamente a lo que en muchas ocasiones se refiere el término “mindfulness”.

La tendencia a evitar lo desagradable, o a escapar de lo doloroso, forma parte de la naturaleza humana por buenas razones evolutivas, incluso podríamos decir que posiblemente es una característica universal de todos los seres sintientes (reino animal), pero, al menos en el caso de los humanos, no siempre es la mejor opción, sobre todo cuando se trata de la relación con nosotros mismos, es decir, con nuestras propias emociones y nuestros propios pensamientos.

Dicho esto, no es raro encontrar en la bibliografía del mindfulness secciones específicas dedicadas al tratamiento del aburrimiento. Por ejemplo, Bhante Gunaratana en su obra divulgativa Mindfulness in Plain English [hay traducción al castellano] escribe: “It is difficult to imagine anything more inherently boring than sitting still for a an hour with nothing to do but feel the air going in and going out of your nose” (p. 100). El autor sugiere dos estrategias: “Reestablish true mindfulness” y “Observe your mental state”, pero ambas podrían resumirse en “presta más y mejor atención”. La diferencia sería que la segunda parece más analítica, tratando de ampliar y profundizar la atención, mientras que la primera incide en la cualidad de la experiencia directa: “Don´t take for granted that you have already seen everything there is t osee… Mindfulness sees every momento as if it were the first and the only moment in the universe. So look again” (lo que viene a coincidir con la actitud de la mente de principiante). 

Resumiento y recogiendo otras aportaciones, podríamos decir que dos estrategias (que pueden combinarse) para afrontar el aburrimiento serían: 

-Recurrir a la mente de principiante para aplicarla a la práctica que estemos realizando. Con curiosidad, apertura, amabilidad.

-Tomar como objeto de meditación la propia experiencia que llamamos "aburrimiento". Dándole espacio, también con curiosidad y amabilidad. Quizá podamos investigar la experiencia con pregunstas como: ¿Dónde o cómo se manifiesta en el cuerpo? ¿Podemos distinguir elementos o componentes dentro de ella? ¿Cambia o se transforma de alguna manera?. Igualmente es una ocasión para explorar nuestra reactividad: ¿Cómo son nuestras reacciones a esa experiencia -emociones, pensamientos, impulsos-? ¿Hay aversión, autocrítica, duda?

Tanto en un caso como en otro siempre podemos preguntarnos ¿qué quiero cultivar en este momento? Quizás quieras cultivar paciencia, presencia, atención, perseverancia.