Alfredo Martinez Sanchez

©Alfredo Martinez Sanchez (2017-2023)

miércoles, 19 de diciembre de 2018

LA ACTITUD NO JUZGADORA: DE LA MEDITACIÓN FORMAL A LA VIDA COTIDIANA


En la meditación formal aprendemos a prestar atención a nuestra experiencia actual sin juzgarla, sin tratar de evitar o de huir de lo que no nos gusta, y sin dejarnos envolver por lo que nos gusta. Estamos presentes prestando atención al despliegue del momento presente, volviendo al aquí y ahora cada vez que la mente se distrae o comienza a parlotear. Estar presentes implica una cierta distancia, una distancia observadora, pero no es una distancia fría o aséptica, es una distancia abierta y, en cierto modo, cálida. Con esa distancia abrimos el espacio de la conciencia.
En la meditación aprendemos a contemplar nuestra experiencia sin dejarnos atrapar por lo que nos gusta o nos disgusta. Aprendemos a tomar conciencia de nuestros juicios y condicionamientos, de nuestras creencias y de nuestras expectativas. Y, en esa medida, podemos prestar atención de una forma más abierta, más espaciosa, acercándonos, aunque siempre sea de forma relativa, a la experiencia tal y como es, a la experiencia directa.
A partir de ahí, en mayor o menor medida, podemos trasladar esta práctica y este aprendizaje al resto de nuestra vida.
Cuando miramos a nuestro alrededor, cuando miramos a otras personas, cuando los escuchamos ¿hasta qué punto los estamos mirando o escuchando realmente?  ¿O, más bien, lo que vemos y oímos no es sino nuestro propio pensamiento, nuestros juicios y prejuicios, nuestras proyecciones, a veces, con la sentencia ya dictada antes de saber qué es lo que realmente ocurre?*
Si solo vemos nuestros propios pensamientos es como si viviéramos en un sueño.


Goldstein y Knorfield comparan nuestra mente con una balanza en continuo movimiento, cayendo de un lado al otro continuamente, sin llegar al equilibrio. En la medida en que nos identifiquemos con nuestros juicios y preferencias, lo que nos gusta y lo que nos disgusta, nuestros deseos y nuestras aversiones, nuestra mente nunca encontrará el equilibrio. Pero ese equilibrio, y la paz que implica, se pueden encontrar mediante el poder del mindfulness. “Mindfulness es la cualidad de la atención que observa sin elegir, sin preferencia, es una conciencia sin preferencia (choiceless awareness) que, como el sol, ilumina todas las cosas sin distinción” (Seeking The Heart of Wisdom, p. 23).

En su clásico The Miracle of Mindfulness Thich Nhat Hanh señala: "While practicing mindfulness, don´t be dominated by the distinction between good and evil, thus creating a battle within yourself" (p. 39).

¿Cómo trasladar esta experiencia meditativa a la vida cotidiana? ¿Podemos dejar de identificarnos (una forma de “apego”) con nuestras preferencias, con nuestros gustos y aversiones? Posiblemente, para un monje o para una persona consagrada a la meditación esto sea una aspiración incondicional, para el resto de nosotros quizás baste con algo más modesto (básicamente, con cierto nivel de flexibilidad y con cierta capacidad de distanciación -ambos comprendidos dentro de la noción de espaciosidad-, junto a momentos en los que poder saborear cómo es el estado mental del no-juicio).

-[Ver la entrada anterior sobre LOS JUICIOS].


LA SUSPENSIÓN DEL JUICIO
Para tratar de aclarar algunos de los malentendidos que la cuestión del no- juicio o de la actitud no-juzgadora han suscitado, Jon Kabat-Zinn ha afirmado en algún momento que de lo que se trata no es tanto de dejar de juzgar como de "suspender el juicio". Esta expresión es bien conocida en filosofía por el lugar que ocupa en dos importantes doctrinas o escuelas: en el escepticismo y en la fenomenología. Como veremos, la suspensión del juicio a la que, según entiendo, se refiere Kabat-Zinn está más cerca de la epojé escéptica que de la de Husserl (aunque la reducción fenomenológica puede presentar ciertas semejanzas con algunas técnicas meditativas).
En el escepticismo clásico la suspensión del juicio es un tipo de equilibrio que naturalmente conduce a la ataraxia.
Un punto particularmente interesante es cómo la forma en que los escépticos entienden la conexión entre la suspensión del juicio y la ataraxia se asemeja al análisis budista del apego y la aversión:
"All unhappiness comes through some sort of disturbance. But all disturbance comes to human either through intensely pursuing something or through intensely avoiding something" (citado por Martha C. Nussbaum en The Therapy of Desire, p. 302). Sin embargo, el escepticismo va mucho más lejos que el budismo, y este radicalismo (al menos, programático) revela, por contraste, los valores y las verdades a los que el budista se adhiere, sus compromisos éticos y metafísicos.
La actitud no-juzgadora del mindfulness y de los escépticos parece responder en ambos casos a una búsqueda de ecuanimidad y de distancia (o desapego), con implicaciones éticas, mientras que en Husserl es un principio metodológico teórico. Se trataría de poner entre paréntesis el mundo exterior u objetivo para centrarnos solo en su manifestación en la conciencia. "What Husserl calls reductions are methodological moves that serve to focus on the kind of things that phenomenology aims to study" […] "We bracket questions about physical objects, not because we think we ordinarily are wrong about them, but because we do not want to mistake the focus of phenomenology. We remain agnostic, and for phenomenological purposes uninterested in ordinary objects" (Käufer and Chemero, Phenomenology. An Introduction, p. 34). No se trata, por tanto, de "abandonar pura y simplemente este mundo real; es decir, no se trata de creer que no tiene existencia. Se trata, por el contrario, de seguir viviéndolo y viviendo en él, pero de adoptar, mientras lo vivo, una actitud especial: poner en suspenso la validez de la creencia en su realidad" (Zubiri, Cinco Lecciones de Filosofía, p. 224). "No pierdo nada de lo que es real; pierdo solamente su carácter de realidad. ¿A qué queda reducido entonces el mundo? Justamente a no ser sino lo que aparece a mi conciencia y en tanto que me aparece; es decir, queda reducido a puro fenómeno" (p. 226). 


*[Cf., en psicología social los esquemas y las categorías, las inferencias y los heurísticos, así como los sesgos correspondientes]

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