Alfredo Martinez Sanchez

©Alfredo Martinez Sanchez (2017-2023)

domingo, 12 de marzo de 2017

ACEPTACIÓN

Aceptación no es lo mismo que aprobación

[ENTRADA EN CONSTRUCCIÓN]



Desde mi punto de vista, la aceptación es uno de los factores más relevantes en el cambio vital que la meditación mindfulness puede generar [obsérvese cómo ya aquí, en esta frase inicial, aparece la dialéctica aceptación/cambio]. Sin embargo, la aceptación ni es algo nuevo ni es exclusiva del mindfulness. Por ejemplo, es uno de los temas centrales del estoicismo, en particular del filósofo greco-romano Epícteto, que vivió entre los siglos I y II, así como de cierto enfoque del cristianismo.

Aquí voy a hablar de la filosofía y de la psicología de la aceptación y de sus principios generales, pero la forma concreta de la aceptación en la vida de cada uno es algo que solo cada persona puede encontrar. Y entiendo que encontrar la medida y el sentido de la aceptación en cada vida concreta es un proceso que nunca se cierra.  

Hay dos manera de entender la aceptación, la aceptación de la experiencia y la aceptación de lo que sucede o de cómo son las cosas. Incluso dentro de la primera cabría distinguir entre la experiencia dentro de una práctica meditativa y la experiencia en general. En la primera dimensión (la aceptación de la experiencia) nos referimos a la vida interior de la persona, mientra que la segunda se refiere al mundo, a las circunstancias, a los hechos "exteriores".

La aceptación es un fenómeno complejo, pero uno de sus ingredientes básicos es el reconocimiento. De hecho, el conocimiento es un elemento aún más básico, un conocimiento observador y no fusionado con el objeto del conocimiento, pero no por eso frío o analítico, sino teñido de compasión y sana curiosidad. En este sentido, la aceptación equivale a "investigación" y se opone a presuponer, a dar por sentado o por sabido (en el sentido en el que, por ejemplo, Narayan y Michael Liebenson Grady -Insight Journal 1996- oponen "investigation" y "assuming"). 
Me gustaría decir que es un conocimiento sabio. El "yo observador" que cultivamos con la aceptación, es un yo ecuánime, no-juzgador, que asume y comprende en su profundidad la realidad de la humanidad compartida. Sin embargo, la aceptación puede (y, en ocasiones, debe) ir seguida de acción, ya que acepación no equivale a pasividad o a resignación. En el paso de la aceptación a la acción (y su búsqueda de transformación) intervienen valores y juicios conscientes basados en una mirada límpia. [El concepto de juicio no siempre está claro en el contexto del mindfulness, a veces se alude más bien a prejuicios, o a determinado tipo de juicios sesgados].

Lo contrario de la aceptación es la resistencia. La resistencia alimenta aquello a lo que se resiste, es como una transferencia de energía que inyectamos en el objeto resistido (emoción, pensamiento, dolor, circunstancia). Otra actitud opuesta a la aceptación, y muy próxima a la resistencia, es la evitación.
Una manera de profundizar en lo que significa la aceptación puede ser distinguir entre esta resistencia y la resistencia político-social, que es perfectamente compatible con la aceptación. Si la aceptación es conocimiento/reconocimiento de lo que es o de cómo son las cosas, y si lo que conocemos/reconocemos es, por ejemplo, un sufrimiento injusto, ese conocimiento/reconocimiento puede llevarnos a dar un paso adelante y a implicarnos en una resistencia (lucha, movimiento) político-social.

A pesar de su esencia común, entre las dos dimensiones de la aceptación (la de la experiencia y la del mundo) existen algunas diferencias significativas.

En resumen, aceptar significa aceptar dónde estoy, no aceptar que tenga que seguir ahí. Significa aceptar que estoy aquí, pero no necesariamente que tenga que permanecer aquí.


PELIGROS DE LA ACEPTACIÓN

Frecuentemente, decir algo es mucho más fácil que hacerlo o que llevarlo a cabo, y eso es lo que ocurre cuando se dice que la aceptación no debe confundirse con la resignación o que la aceptación es el primer paso para la transformación. Afirmaciones que son correctas, pero que tal vez no reflejan la complejidad y la dificultad de los procesos implicados.
Posiblemente, una de las personas que más y mejor ha pensado sobre la relación entre aceptación y cambio ha sido Marsha Linehan.

Otra dificultad surge cuando la aceptación se mezcla con un problema de asertividad, por ejemplo, cuando no sabemos cómo decir NO y evitamos la confrontación a toda costa.


ACEPTACIÓN DE LA EXPERIENCIA INTERIOR
Algunas investigaciones recientes se han centrado en la aceptación de la experiencia interior (en lugar de en las circunstancias exteriores), en concreto, en la aceptación de las emociones y los pensamientos negativos. V., Ford et al., "The psychologicayl health benefits of accepting negative emotions and thoughts: Laboratory, Diary, and Longitudinal Evidence" (2017).



SOBRE LAS CONDICIONES SOCIOHISTÓRICAS DEL ORIGEN DEL MINDFULNESS
En el enfoque (o en la literatura) del mindfulness, la dimensión del cambio se encuentra, en mi opinión, relativamente descuidada frente a la dimensión de la aceptación. Es posible que esto sea debido al origen histórico del mindfulness en los contextos socioculturales en los que apareció y se desarrollo el budismo. En estos contextos habría, según esta hipótesis, una orientación más favorable al cambio interior individual que a los cambios en los planos socioeconómico, político e institucional. Siguiendo con la hipótesis, es probable que esta orientación haya persistido, al menos en cierta medida, en el "trasplante" del mindfulness al contexto secular (o quasi-secular) occidental. Con una diferencia importante: el paso de un entorno de sociedades colectivistas a otro de sociedades principalmente individualistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario