Alfredo Martinez Sanchez

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domingo, 12 de marzo de 2017

NEUROPLASTICIDAD Y NEUROGÉNESIS ¿Es el cerebro como plastilina?

Uno de los fenómenos sobre el cerebro más difundidos en los últimos años es el de la neuroplasticidad o plasticidad cerebral.

Recientemente he oído a un experto en mindfulness afirmar en una presentación académica que esta característica del cerebro se conoce solo desde hace unos 15 años, lo que nos situaría a comienzos del presente siglo. En realidad, este conocimiento se remonta, al menos, a los años 80 (Merzenich et al., 1998), aunque ya en 1949 apareció la que, probablemente, es la primera formulación de la neuroplasticidad. En 1949 Donald Hebb afirmó en su libro The Organization of Behavior que se producían procesos de crecimiento o de cambio en las neuronas (también, Jerzy Konorski parece haber planteado algo similar sobre la misma época. Desde otro punto de vista, a partir de 1936-1940 el trabajo de Margaret Kennard alentó la hipótesis de la plasticidad completa). Por otra parte, la comparación con la plastilina es más propia de un charla para niños que de una clase universitaria (aunque sea de un título propio).

En los años 60 ya se comprobó que la manipulación del entorno modificaba áreas corticales en animales (Bennett et al., 1964), lo que, posteriormente, también se observó en áreas subcorticales.

La plasticidad sináptica supone cambios a corto y a largo plazo que afectan tanto a las conexiones en sí (eficacia de la neurotransmisión) como a la estructura, lo que se manifiesta en la forma, el tamaño y el número de las espinas dendríticas.

Entre los estudios más conocidos se encuentra el de un grupo de científicos de la universidad de Constanza sobre la representación somatosensorial del área de la mano de los violinistas (Thomas Elbert et al., 1995). Elbert y sus colaboradores concluyeron que, en el cerebro de los músicos, el área cortical dedicada a representar las sensaciones de los dedos era mayor que en los que no son músicos.

Es posible que el ponente quisiera referirse a la neurogénesis, que sí es un descubrimiento más reciente (finales de los 90), y que consiste en el nacimiento de nuevas neuronas. Así entendido, el concepto de neurogénesis es diferente de el de neuroplasticidad porque, aunque la neurogénesis puede entenderse como un fenómeno de plasticidad cerebral, la neuroplasticidad no es necesariamente neurogénesis. De hecho, la mayor parte de los cambios en las neuronas y/o en su conectividad que explican la neuroplasticidad no implican la generación de nuevas neuronas. Por lo que se sabe hasta el momento (si bien es una cuestión que se está discutiendo), el crecimiento de nuevas neuronas en el cerebro del humano adulto se produce fundamentalmente en el hipocampo (quizás también en otras zonas subcorticales), mientras que este crecimiento es poco significativo o inapreciable en el cortex (v., From Neuron to Brain -Fifth edition-, Nicholls et al., 2012, p. 543, y capítulos 25 a 27). Concretamente, las dos áreas en las que fundamentalmente se ha señalado la proliferación de nuevas neuronas han sido la zona subventricular de los ventrículos laterales y la zona subgranular del giro dentado hipocampal.

Algunas "curiosidades" de este fenómeno son, por ejemplo:

-que la gran mayoría de las nuevas neuronas no sobreviven (más de la mitad mueren a las pocas semanas de su nacimiento), 

-que su producción se ve afectada por diversas circunstancias, como el estrés, el sueño o el alcohol, 

-que al llegar a la edad adulta su producción se reduce significativamente,

-que el factor crucial para la supervivencia de estas neuronas es el aprendizaje y que cuanto más dificil y prolongado sea el aprendizaje la incidencia es más favorable.

-que la supervivencia de las nuevas neuronas está relacionada con tareas dependientes del hipocampo, pero no con otras tareas.

[Referencias: Gould y cols. 1999, Hodes y cols. 2009, Shors y cols. 2012, Waddell y Shors. 2008]


Finalmente, la comparación con la plastilina me parece exagerada, en el cerebro hay estructuras que (afortunadamente) son bastante estables. De hecho, esa es una de las premisas de la investigación neurocientífica, incluso de la que ha contribuido a hacer de la neuroplasticidad un término muy popular en ciertos ámbitos. Por ejemplo, cómo sería posible afirmar que la meditación supone una activación de determinada área o circuito cerebral -supongamos, el circuito de la empatía- si no se diera por supuesto un "mapeado" estable del cerebro que asociara función y estructura, es decir, que asociara determinada función cognitiva o psicológica con determinas áreas o circuitos cerebrales.

Como se afirma en un conocido manual de neuropsicología infantil: Pensar que el cerebro "es completamente flexible es otro error que cometen los defensores de la plasticidad total del sistema nervioso. Es decir, la plasticidad cerebral se rige por unas limitaciones estructurales y funcionales que, además, varían a través de períodos críticos." (Arnedo, Montes, Bembibre y Triviño. Neuropsicología del Desarrollo. Editorial Médica Panamericana, p. 18). Los autores también señalan la importancia de diferenciar entre la plasticidad asociada al propio desarrollo cerebral y la asociada a los procesos de aprendizaje (lo que hace referencia a la distinción entre mecanismos "expectantes" y mecanismos "dependientes").


Un buen artículo sobre el tema es el publicado por Brain Dinamics: "Circuitos neuronales, neurogénesis adulta y neuroplasticidad cerebral".


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